La Borgoña, el sueño de unos monjes que conquistaron el mundo

Cluny, epicentro de un viaje por el Románico en su punto cero, adornado por un paisaje de viñas milenarias 

Para el escritor Manuel Rivas, una crónica periodística debe ser como un relato literario. Recién llegada de La Borgoña, comenzando por Cluny como kilómetro cero del Románico en Europa, allá va un relato de ensoñación de siete días por este territorio francés, cubierto de brumas, viñedos y misterio. La Borgoña muestra un espléndido pasado vinícola que también aportaron los monjes medievales.  Románico y viñedo, ése es su valioso legado.

Amigos del Románico, en su sección del País Vasco-Francia, ha recorrido más de un millar de kilómetros en su particular peregrinación, en búsqueda de las infinitas claves del medievo que quedaron reflejadas en tímpanos y capiteles. Más de una decena de templos y abadías, explicadas por voluntarios de la Asociación, han hecho las delicias de medio centenar de socios. Las comidas, magníficas, habida cuenta de que estábamos en terreno favorable para la gastronomía, como es Borgoña. También por los desvelos de Silvia para conseguir sabrosos menús y estar pendiente de quienes no podían tomar determinados platos por las intolerancias alimentarias. Tras la última comida, en el restaurante Vival, en Sant Romans les Melle, surgió el aplauso espontáneo de todo el grupo, agradecido por la amabilidad y los ricos platos: ensalada Landesa (molleja, pechuga de pato ahumada, champiñones, tomate y ensalada), solomillo de cerdo, salsa de mostaza integral y guarniciones, además de 4 mini  bocados dulces, y los famosos quesos franceses del lugar. 

Pero lo que nos ocupa es el Románico, así que no podemos distraernos. Si acaso, de pasada, comentar que hicimos noche en Vichy, la ciudad termal que congregó a la aristocracia y intelectualidad europea entre los siglos XVIII y XIX. También capital de la Francia ocupada entre 1949 y 1944. De Vichy proceden los famoso estampado Vichy, originalmente usado en manteles y servilletas.  También se dice que la famosa sopa fría Vichyssoise nació aquí; no se sabe muy bien si por la reinvención de un cocinero vasco que decidió refinar la purrusalda durante los años 40. También reivindica esta sopa el francés Louis Diat, del hotel Ritz de Nueva York. Recordó una sopa de puerros que elaboraba su madre y decidió bautizarla con el nombre de Vichyssoise para dar un reconocimiento universal a su plato con el nombre de una ciudad próxima a su pueblo de origen.

Todo viaje es también interior. Y a medida que se recorre, el territorio va dejando un poso de asombro, melancolía, o cierto mal de Stendhal una vez contemplada tanta belleza de abadías, basílicas y monasterios.

Los más estudiosos, llevaban la guía que el equipo de coordinación del viaje que con 257 páginas podían acceder a los detalles de cada iglesia que se visitaba. Un gran trabajo de documentación que se agradece y que ha sido fundamental para incluir en esta crónica un resumen de lo más destacado de cada monumento románico visitado.

Cluny: punto cero del Románico 

Durante la primera jornada visitamos Cluny: punto cero del Románico, aunque sólo pueda verse parte de lo que fue este colosal enclave de los monjes, da una idea de cómo fue evolucionando este estilo medieval a medida que recorría Europa. Por primera vez, la cultura cristiana se identifica con un estilo arquitectónico: el románico. ¿Qué aportaron los monjes del Cluny? Nada menos que cuatro Papas. Y organizaron las Cruzadas. Eso da una idea del poderío de todo tipo que adquirió esta orden.

La abadía, reconstruida y remodelada varias veces, presenta un conjunto heterogéneo y complejo de edificios de diferentes épocas. El núcleo central fue reconstruido en gran parte en el siglo XVIII y casi no queda nada de todos los edificios románicos de la Abadía de Cluny III. El único edificio bien conservado de la gran época de Cluny es el antiguo hospitium o posada llamado los Establos de Saint-Hugues.

La abadía de Cluny fue fundada en el año 910, en ella se ubicaron las reliquias de san Pedro y san Pablo, y llegó a tener 300 monjes. Alcanzó su edad de oro hasta el siglo XII. Para dar idea de sus conocimientos, los monjes desviaron algún cauce del río que los circundaba e hicieron varios canales. Construyeron arcos apuntados y pusieron contrafuertes exteriores. Apenas queda una tercera parte de la que pudo ser la descomunal Abadía de Cluny.

Para contemplar bien el románico hace falta tener bien las cervicales. Y así fijarse en los detalles de capiteles repletos de figuras mitológicas, misterio y didáctica medieval. Todo un universo que atrapa.

Los compañeros me acompañaban en la excursión de la Asociación de Amigos del Románico aseguran que es un arte que engancha. Y doy fe que algo pasa. Es como si las claves que encierran estas piedras animasen a continuar un rastreo infinito, atar cabos de un pasado espléndido lleno de secretos en su belleza escultórica, tan espiritual como terrenal, a veces.

Cada territorio románico, aun con características comunes, adopta la tonalidad de su piedra local, y sus influencias.  Por ejemplo, tímpanos con detalles orientales, habida cuenta de los rasgos traídos de territorios de la Cruzadas.

Por la tarde, pudimos ver la iglesia de Bois-Sainte-Marie, a 40 km de Cluny. Es un templo peculiar en cuanto que tiene en la girola capiteles integrados en tríos, característica nada habitual, según nos contó Manuel, el encargado de explicar esta iglesia. La ciudad de Bois-Sainte-Marie, situada en los límites de Brionnais y Charolais, fue antaño un importante señorio real, rodeada de murallas y puertas. Su gran iglesia parroquial sigue siendo hoy el testigo más interesante de esta rica historia. Aunque el edificio fue ampliamente restaurado o incluso parcialmente reconstruido por el arquitecto Millet a mediados del siglo XIX, el conjunto sigue estando entre las construcciones románicas más interesantes de esta parte de Borgoña donde el arte románico es de notable calidad.

Hicimos noche en la ciudad de Macon, que se extiende a lo largo de la orilla occidental del Saona. Es la ciudad más meridional de la Borgoña-Franco Condado, está rodeada por los viñedos de Mâconnais, y algunos pudimos catar sus vinos blancos.

Durante la tercera jornada nos dirigimos a La bonita ciudad de Paray-le-Monial. Es el punto de partida del circuito de iglesias románicas de Brionnais, una región en la que abunda el arte románico, de una calidad y una densidad extraordinarias, según explica la documentación de Amigos del Románico. La gran basílica de Paray es el mejor ejemplo. Se trata de una magnífica iglesia prioral, probablemente el edificio más bello aún conservado, directamente inspirada en la gran iglesia abacial de Cluny III. El edificio, construido con piedras que parecen doradas por el sol, está dominado por sus tres campanarios que dominan la Bourbince, ofreciendo una vista general muy bella. A finales del siglo X se fundó en este lugar un priorato benedictino, que poco después pasó a ser cluniacense.

Esta población es también lugar de peregrinación, ya que en el monasterio de la Visitación tuvieron lugar las apariciones del Corazón de Jesús a Santa Margarita Alacoque. Una devoción muy extendida en Europa. 

También fuimos a Anzy-Le Duc: Aunque de tamaño modesto, el priorato de Anzy-le-Duc se encuentra entre las iglesias románicas más maravillosas de Borgoña. La iglesia era la de un priorato benedictino cuyos orígenes se remontan al siglo IX, dependiente de la abadía de Saint-Martin-d'Autun.  Anzy nunca cayó bajo el control de Cluny, pero las relaciones e influencias son innegables. La Iglesia prioral, construida en varias etapas a partir del siglo XI, destaca por su arquitectura muy original y por sus abundantes esculturas.

Por la tarde visitamos Semur-en Brionnais: El pueblo de Semur-en-Brionnais es la capital histórica de Brionnais, una hermosa región del sur de Borgoña donde el arte románico florece como en ningún otro lugar. El casco antiguo, clasificado como uno de los pueblos más bellos de Francia, ocupa una colina dominada por las imponentes ruinas del antiguo castillo, donde nació en 1024 Hugo, el gran abad de Cluny. La joya del pueblo, todavía rodeada de fortificaciones medievales, es la colegiata de Saint Hilaire, una de las iglesias románicas más importantes del departamento de Saona y Loira.

A continuación fuimos a Varenne-L´Arconce. Este pequeño pueblo situado sobre una colina en Arconce conserva una iglesia románica que se encuentra entre las más importantes de esta región del Brionnais. Se trata de un antiguo priorato cluniacense del siglo XI. Su arquitectura muestra los principios brionnais: nave sin iluminación directa en las naves laterales; crucero saliente rematado por un imponente campanario decorado con columnas, y ábside con arquerías. El perfil apuntado de los arcos y las pilastras estriadas son elementos que marcan la influencia de Cluny.  La iglesia ofrece una fachada de perfecto orden monumental, una de las más bellas de la región. el edificio hay una treintena de capiteles interesantes y un portal lateral tallado con un cordero pascual muy logrado. La iglesia, de purísimo arte románico y apreciable sencillez, se encuentra en mal estado y necesita restauración.

El día 4 de septiembre visitamos Tournus, Autun y Beaune.

La pequeña ciudad de Tournus, en el sur de Borgoña, conserva, a orillas de la Saona, su iglesia abacial de Saint-Philibert, que se encuentra entre los edificios románicos más extraordinarios de Francia. La gran iglesia, dominada por sus dos campanarios, es el edificio más importante del primer arte románico lombardo en Borgoña. Este importante sitio monástico se desarrolló desde el siglo VI en el lugar donde San Valeriano sufrió el martirio. La revitalización del monasterio comenzó hacia el año 875, cuando los monjes, procedentes de Noirmoutier, llegaron con las reliquias de San Filiberto, el segundo santo venerado en Tournus. Después de la invasión húngara en el siglo X, la abadía y su iglesia fueron reconstruidas varias veces en los siglos X, XI y XII. Sin embargo, las diferentes partes son de épocas y estilos muy diversos y datan de principios del siglo XI hasta mediados del siglo XII y cuentan toda la historia del arte románico. El conjunto forma un interesantísimo enigma arqueológico que ha perseguido a los grandes historiadores. El conjunto, aunque heterogéneo, sigue siendo muy armonioso. La fachada es de una austeridad desconocida y está decorada en toda su altura con bandas lombardas.

Autum. Saint-Lazare. Autun conserva numerosos monumentos de su largo y rico pasado: La catedral de Saint-Lazare está clasificada entre las más bellas de Francia por la importancia de su arquitectura cluniacense y especialmente por la abundancia de escultura románica de sus capiteles y su tímpano, obras mundialmente conocidas del artista Gislebertus. Es la única catedral predominantemente románica de Borgoña, aunque fue construida como iglesia de peregrinación, para venerar las reliquias de San Lázaro. El edificio tiene el aspecto exterior de una catedral gótica. Aunque bajo el techo gótico de esta catedral se esconde un interior del más puro estilo románico de los años 1120-1135.

Beaune es una de las ciudades de Arte e Historia más interesantes de Borgoña y la capital de la Costa del Vino. La colegiata de Notre-Dame, basílica desde 1958, está situada en el centro de la ciudad. Es el tesoro más importante de la ciudad, junto con el famoso Hôtel-Dieu. La fundación de la colegiata de Notre-Dame y del cabildo se remontan a finales del siglo X. Es uno de los edificios románicos más grandes de Borgoña, construido según el modelo de la iglesia abacial de Cluny.

El Hôtel-Dieu de Beaune, u Hospicio de Beaune, es un antiguo hospicio, ubicado en Beaune, y fundado en 1443 por Nicolas Rolin, canciller del Ducado de Borgoña, como un hospital para gente sin recursos. El edificio original, uno de los más destacados ejemplos de arquitectura francesa del siglo XV, es hoy en día un museo. El edificio, declarado Patrimonio Nacional de Francia, es uno de los mejores ejemplos de la arquitectura del gótico final francés. El patio central, de forma rectangular, ofrece una espectacular vista de los tejados, cuyas tejas vitrificadas al estilo borgoñón están coloreadas siguiendo diseños geométricos. La esbelta torre aguja del acceso al Hospicio, fue realizada por el carpintero Guillaume La Rathe.

No dio demasiado tiempo a ver esta joya gótica, aunque nuestra compañera Isabel se encargó de darnos pistas acerca de este gran hospital, mandado construir tras la guerra de los cien años. Rodeado de viñedos, hoy en día en el mes de noviembre en este Hospital se llevan a cabo subastas de vino de la zona.  Lo que se recauda se destina también a la investigación médica. El hospital cuenta también con una joya pictórica, “El Juicio Final”, de Rogier van der Weyden, un políptico ubicado en la inmensa nave del hospital, desde el cual los enfermos veían esta tabla alegórica sobre lo espiritual y lo terrenal.

Dijon, la capital de la Borgoña  

La gran capital de Borgoña, Dijon, es una ciudad magnífica con numerosos tesoros artísticos conservados de su rico pasado. El centro de la ciudad está ocupado por monumentos interesantes alrededor del Palacio de los Duques, incluidas varias iglesias importantes. La más importante es la actual catedral de Saint-Bénigne, una antigua iglesia abacial gótica. La abadía fundada en el siglo IX fue reformada por la abadía de Cluny hacia el año 1000. Fue a principios del siglo XI cuando el ilustre reformador italiano Guillaume de Volpiano, que se convirtió en abad del monasterio, emprendió la reconstrucción de la abadía. Construyó la basílica románica más grande de Francia en un estilo influenciado por el llamado arte lombardo.

Basílica de Saint-Andoche, en la ciudad de Saulieu. Esta basílica está situada en el lugar de un lugar de culto muy antiguo, que se desarrolló sobre la tumba de los santos Andoche, Tirse y Félix, mártires del siglo II, que vinieron de Oriente para evangelizar la región. 

De vuelta a casa 

La primera parada, de regreso a casa, fue Vézelay. En esta población está la basílica que se ha convertido en una parada importante en el camino hacia Compostela. En el siglo XII se construyó una próspera ciudad en la colina que rodea la abadía; los sótanos románicos de las casas estaban destinados a recibir a los peregrinos. También fue la época de las grandes 195 cruzadas y en 1146, el día de Pascua, la colina de Vézelay fue escenario de un gran acontecimiento: la predicación de la segunda cruzada por parte de San Bernardo en el lugar de la Cordelle. Se construyó en el siglo IX la abadía de Vézelay y luego la importante y floreciente ciudad medieval.

Charité-sur-Loire. Sainte-Croix-Nôtre-Dâme . Situada a orillas del Loira, la pequeña ciudad de La Charité se desarrolló alrededor de su imponente abadía: hija mayor de Cluny, hito en el camino hacia Compostela, obra maestra del arte románico y patrimonio de la humanidad. La iglesia abacial de Notre-Dame sigue siendo hoy, a pesar de su destrucción y mutilación, una de las iglesias románicas más importantes de Francia.  Un importante priorato cluniacense fue dotado durante los siglos XI y XII de una iglesia abacial de raro esplendor. Fue la iglesia más grande de Francia después de Cluny II. La localidad se convirtió rápidamente en una importante escala en el camino de Santiago de Compostela y, gracias a la hospitalidad hacia los peregrinos, obtuvo el nombre de La Charité.

Notre-Dame-la-Grande es una colegiata románica situada en Poitiers. Su fachada tallada es una obra maestra reconocida del arte religioso de este período. Las paredes del interior están pintadas. En 1562, durante el saqueo de Poitiers, los hugonotes rompieron las cabezas de las figuras que consideraba idólatras. En el siglo XVII, la presencia de comerciantes de sal que habían colocado sus puestos contra la fachada, causó un deterioro de la piedra caliza por la sal. En 1992 se lleva a cabo una gran campaña de restauración de la iglesia, que a día de hoy continúa, según pudo comprobar el grupo de Amigos del Románico. Las piedras fueron desalinizadas en el laboratorio y reubicadas. La inauguración de la fachada restaurada tuvo lugar en 1995.

Apuntes sobre el vino de la Borgoña 

El viaje terminó en la ciudad de Dijon, capital del vino de Borgoña, donde se ha ubicado recientemente la OIV (Organización Internacional de la Viña y el Vino), considerada la ONU del vino.

Su sector vinícola, uno de los mayores de Francia, es Patrimonio de la Humanidad dentro de los climats de los vinos de Borgoña, Es también la puerta de entrada a uno de los más prestigiosos viñedos franceses: La Côte de Nuits.

Los denominados climats de Borgoña, parcelas de viñedo con características únicas de suelo y clima, fueron inscritos en la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO en 2015. Se reconoce así un paisaje cultural excepcional, el patrimonio arquitectónico y un saber hacer vitivinícola desde hace siglos.  En el origen de la palabra Climats está el trabajo de los monjes benedictinos y cistercienses que construyeron cercados de piedra seca para delimitar parcelas de viñas; una especie de microterruños que después se han identificado con el vino producido.

En el inmenso Palacio de los Duques de Borgoña, en Dijon, se ubica el Ayuntamiento y también un impresionante Museo de Bellas Artes, que atesora joyas pictóricas desde el Renacimiento.  El ducado de Borgoña (880-1482), uno de los más importantes de la Europa medieval, dependía del rey de Francia, pero mantenía una independencia política y económica. Durante la Guerra de los Cien años, el Ducado de Borgoña fue anexionado por el rey Luis XI. Como curiosidad, recordar que Felipe “el Hermoso”, casado con Juana de Castilla, era hijo de María de Borgoña y Maximiliano de Habsburgo.

Ciudad Internacional de la Gastronomía y el Vino 

En Dijon se encuentra la Ciudad Internacional de la Gastronomía y el Vino, que abrió sus puertas en 2022.  Se trata de un amplio pabellón que cuenta con La Cave de la Cité, un extraordinario bar de vinos con 3.000 referencias y 250 vinos que se pueden probar por copas, incluidos los grands crus excepcionales. En este gran bar de vinos, nos encontramos con el vino “Pícaro del Águila”, un Ribera del Duero, ecológico de Viñas Viejas. Otra representación española fue Bodegas Toro Albalá, que elabora vinos desde 1922.

En el corazón de la Cité hay una gran librería con amplia gama de libros de gastronomía y enología, 8 tiendas para degustar y comprar productos de los mejores productores locales. No olvidar visitar un bar de mostaza, producto típico de la zona, donde se pueden probar sus distintas variedades.

La Table des Climats: es un restaurante gastronómico con maridaje perfecto entre comida y vino.  Le Comptoir de la Cité:  restaurante bistronómico con clásicos de la cocina borgoñona.

Ubicada en una capilla renacentista, La Chapelle des climats et des terroir, muestra con detalle todo lo relacionado con la cultura del vino de Borgoña.

Pinot Noir y Chardonnay, uvas de los vinos de Borgoña

Con la variedad de uva Chardonnay, que representa el 46% de la cosecha anual, se elaboran grandes blancos de la Côte de Beaune, la Côte Challonais, el Mâconnais y el Chablis. En tierras donde no son muy favorables para la Chardonnay, el Aligotê, con un 6% de la cosecha anual; un tipo de uva muy vieja, presenta una buena alternativa y produce vinos de alta calidad. Este vino se llama Bourgogne Aligoté. Entre las variedades blancas que ofrece la región, que se caracterizan por su frescura, se destaca el Meursault, el Chablis y el Montagny.

El Pinot Noir y el Gamay para los tintos son las variedades de uva más importantes de la Borgoña. Se incluyen vinos como el Mercurey, el Chambolle-Musigny, el Bourgogne Hautes-Côtes, el Pommard y el Ivany.

El Pinot Noir, con el 36% de la cosecha anual, es considerado un vino muy popular para la producción de tintos. Y desde los comienzos de la viticultura de Borgoña ha producido grandes tintos. Son conocidos como borgoñones azules y destacan por su aroma y su elegancia.

Elena Molero AdR Nº 2072