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37. El Agnus Dei © FRANCISCO JAVIER OCAÑA EIROA |
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El Arte Románico se valió de las representaciones de algunos animales para tratar de exponer los misterios de la fe.
En el principio el pez fue válido como signo críptico de la religión cristiana, por ocultar en sus iniciales griegas el nombre de Cristo. La paloma simbolizó la mansedumbre del corazón cristiano. El león era la representación de la fuerza de Cristo, denominado como León de Judá. Los signos de los evangelistas fueron indicados por cuatro animales a modo de reyes de los reinos que figuradamente encarnaban. El águila como rey del cielo, el buey de los animales domésticos, el león de la fauna salvaje y el hombre como señor de todos ellos.
El Agnus Dei, el Cordero de Dios, vino a figurar la inmolación por antonomasia en el pueblo de Israel, con relaciones totémicas desde su presencia en el Antiguo Testamento (Ex, 12) en la instauración de la fiesta de la Pascua, como rememoración de lo que significó el sacrificio del cordero pascual que salvó las casas de los judíos y a sus primogénitos, por el señalamiento con la sangre del animal de los dinteles de las puertas en la última plaga de Egipto; o la asistencia del cordero sacrifical en el caso de la inmolación de Isaac por Abraham, que no se logra por intervención angélica que desvía el sacrificio de lo humano a lo animal.
No hay que olvidar la relación totémica del pueblo de Israel con el cordero. Su ligazón estaba fundamentada en el modo de vida de sus gentes que, por una parte estaba ocupado en la defensa del estado continuamente amenazado por los enemigos de su pueblo, con una clase social aristocrática muy reducida, y por otra realizaba la generalidad de su economía en el pastoreo, principalmente de cabras y corderos, en una población nómada cuyas constantes eran las diferencias tribales.
La apelación a la figura del cordero está en relación con la de pastor y rebaño, como situación de cuidado y dirección. La atribución simbólica de la grey que debe ser atendida y dirigida por el buen camino inclina a semejanzas con la vida real del cristiano. Así aparece en los textos bíblicos (Jn, 10,11) que refieren a Cristo como el buen pastor que cuida y apacienta las ovejas, o como quien las cuida con el celo de su búsqueda si se extravían, en relación con la iconografía griega del moscóforo, que representaba al pastor que habiendo perdido una de sus ovejas sale a buscarla y encontrándola la eleva sobre sus hombros para llevarla al redil.
![]() Agnus Dei y el sacrificio de Isaac. Puerta del Cordero. San Isidoro de León |
Pero la mayor relación del cordero con Cristo ocurre en el Apocalipsis de San Juan, donde se expresa su concordancia como símbolo de la inmolación del Redentor en asociación zoomorfa muy repetida. Más de 29 veces aparece denominado como tal en el libro joánico. El Cordero ahora es la representación de Cristo muerto y resucitado, advocación del cordero pascual de Egipto, inmolado por su Pasión redentora que en su vuelta al mundo, la Parusía, viene a juzgar a vivos y muertos en el final de los tiempos. En su virtud de Salvador es capaz de abrir los siete sellos del libro sagrado que dibujan el bien y el mal sobre la tierra. Como Cordero es citado en esa función y ampliamente representado en las transcripciones de las miniaturas de los Beatos.
Del mismo modo ocupó lugares de preeminencia en la iconografía medieval, ya fuera en arquivoltas, como en la puerta de San Pedro de la Rúa en la localidad Navarra de Estella, o en su copia de la parroquial de Cirauqui, al lado de otros símbolos de su poder, como la Dextera Domini o el Crismón, o en otros lugares de instalación. Multitud de acróteras cumiales de las iglesias románicas tienen como representación a corderos, que en función del martirio de su muerte y resurrección, llevan la cruz de la salvación.
Uno de los mejores ejemplos escultóricos del Agnus Dei está representado en el tímpano de la Puerta del Perdón de la colegiata de San Isidoro de León, donde está inscrito en el círculo de santidad y perfección absoluta que significa la circunferencia sostenida por dos ángeles. Ya antes, en el Beato de Fernando y Sancha, existía igual forma de inclusión en un círculo sostenido por ángeles, por lo que el modelo tiene antecedente iconográfico de igual representación. El hecho de que el cordero sea portante de la cruz, no es más que el triunfo conseguido sobre la muerte al haber resucitado y salvado desde ella a la humanidad.
La parte baja del tímpano contiene la descripción completa del sacrificio de Isaac. Es posible comprender la relación entre las dos iconografías que manifiestan el nexo común de ser víctimas sacrifícales por obediencia a las órdenes de sus respectivos padres. Pero en ambos casos la resolución animal alegórica y de sustitución es la misma, el cordero, que aparece patente en ambas escenas, aunque con diferente aplicación iconográfica aunque no alejadas en la teología cristiana de obediencia en la fe.