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36. Maiestas Domini y tetramorfos
© FRANCISCO JAVIER OCAÑA EIROA

 

El Arte Románico representó la visión de la divinidad en multitud de formas iconográficas. Entre las más destacadas, por su importancia teológica y la amplitud de su figuración, estaba la Maiestas Domini, la majestad del Señor.

Su presencia en los programas religiosos debe ser interpretada como la de una gran teofanía, del griego Θεος – dios, Φαινω - aparecer.

Literariamente pertenece al género evangélico de las apariciones. En este caso de la divinidad, no de los seres angélicos, como sucede en la Anunciación y otras asimilaciones, que pertenecen al género paralelo de los anuncios o apariciones. Aunque ciertamente la Maiestas Domini también representa la anunciación de un nuevo mundo, de un cántico nuevo, que el Apocalipsis de San Juan promete tras la llegada de Cristo, realizada ya su Redención.

La formulación iconográfica estará en base a los relatos apocalípticos, de tanta influencia en la historia del Arte Románico. En su narración se describe como Cristo desciende a la tierra (Apoc. 1,7): “...Mirad cómo viene entre las nubes ...”, para después instalarse entre los humanos y juzgarlos según sus obras en el final de los tiempos. Es cuando la visión de Juan hace hincapié en el carácter estático de su majestad (Apoc. 4,2-8). ”...Al instante fui arrebatado en espíritu, y vi un trono colocado en medio del cielo, y sobre el trono uno sentado ....”

Es la visión clara de la majestad de Dios sentado sobre el trono del universo, en la gloria celestial, a manera de rey soberano que se presenta para juzgar a los hombres dando fe de la grandeza divina, que es el principio y el fin de todos los tiempos. Ahora, desde el poder absoluto, intervendrá en la vida de los humanos separando a los creyentes de los que prefirieron los ídolos paganos.

El modo de ser representado plásticamente es frontal, sentado en el trono. En algunos casos exhibe los atributos de su triunfo, que son las llagas de la Pasión en el Pórtico de la Gloria; en otros, como en Carrión de los Condes o en Tahull, bendiciendo con la mano derecha y un libro en la izquierda.

La imagen general de la Maiestas Domini no varía mucho en cuanto a conservar el rigor del texto evangélico, debido a su fuerza expresiva porque en todos los casos simbolizaba ser el dueño del tiempo, ordenador del macrocosmos celestial y del microcosmos terrenal, dueño del pasado, del presente y del futuro, y así debería en-tenderse a través de su representación.

Pero la Maiestas Domini casi siempre iba acompañada de su corte celestial de los cuatro evangelistas y los 24 ancianos. Son su manto y su corona.

El Tetramorfos, de origen griego Τετρα - cuatro, μορφη - forma, son las figuras de los cuatro evangelistas que rodean el trono de Dios. Es la expresión evangélica, alegórica, mística, simbólica, de su existencia y presencia relatada en los diferentes libros apocalípticos, donde aparece Cristo y las cuatro figuras de los evangelistas. Acompañan a su imagen como notarios neotestamentarios de la palabra de Dios, por eso portan un libro: su respectivo evangelio, o lo escriben sobre los animales, como en el Pórtico de la Gloria, que es la mejor representación de las descripciones apocalípticas de la historia del arte medieval, aparte de poder ser considerado como un referente mundial en cuanto a la calidad de sus esculturas, realizadas por diferentes talleres a las órdenes del maestro Mateo entre los años 1168 y 1188.

Maiestas Domini y Tetramorfos. San Pedro de Moarves, Palencia.

A través de la historiografía del Arte Románico son representados como figuras de animales, como hombres, o combinación de ambos. Su relación totémica animal es aportada por los distintos textos apocalípticos (Apoc, 4,7) “... semejante a un león... semejante a un toro ... semblante como de hombre ... semejante a un águila voladora ...”

 El conjunto de la Maiestas y el Tetramorfos no viene más que a significar la Parusía, o segunda venida de Cristo, que se presenta como víctima, cordero degollado por su redención que enseña sus llagas, pero también como juez soberano que ha de juzgar a los hombres, como rey rodeado de la corte de sus evangelistas que representan la compañía, la enseñanza del Maestro, y ejemplo de fidelidad en la transmisión de la palabra, ejerciéndola desde el ministerio de la evangelización.

La presencia de ambas representaciones será costumbre general en las portadas de las iglesias como la de Sanguësa, Carrión de los Condes, su copia de Moarves de Ojeda, o en cualquier fachada que se precie de desarrollar la historia de la salvación bajo los epígrafes del Apocalipsis de San Juan, acompañándose las dos representaciones, sólo la Maiestas, o con figuras de ángeles y apóstoles en relación a la corte celestial.

Podemos señalar como las primeras iconografías de los motivos descritos las miniaturas que en los Beatos acompañan a los Comentarios al Apocalipsis, de tanto éxito en los momentos altomedievales y comienzo de las representaciones iconográficas de ambos motivos.


01.- Causas de su aparición
02.- Modos, estudios y maneras
03.- La unidad medieval
04.- Herencias y realidades
05.- Un mundo en expansión
06.- Circunstancias y variaciones del nombre "Arte Románico"
07.- Atracción y deleite
08.- La España del Arte Románico
09.- Promotores y mecenas
10.- Artista y artesanos
11.- Clasificación del Arte Románico
12.- El Primer Arte Románico
13.- El Segundo Arte Románico
14.- El Tercer Arte Románico
15.- Las escuelas regionales
16.- El monasterio: Fundamento y desarrollo
17.- La arquitectura monacal
18.- La arquitectura
19.- Del buen cálculo de la obra
20.- El muro
21.- Los ábsides
22.- Las bóvedas
23.- El altar
24.- Las iglesias porticadas
25.- El claustro I
26.- El claustro II
27.- La puerta
28.- El tímpano
29.- Las portadas
30.- Los puentes
31.- El Pórtico de la Gloria
32.- La escultura I
33.- La escultura II
34.- Monstruos y animales
35.- Las sirenas
36.- Maiestas Domini y Tetramorfos
37.- El Agnus Dei
38.- La Psicostasis
39.- La Dextera Domini
40.- El crismón
41.- La mujer adúltera
42.- La pintura
43.- Las pinturas del Panteón Real de León
44.- La pintura en los altares
45.- Orfebrería
46.- Esmaltes
47.- Eboraria
48.- Theotokos, la Madre de Díos
49.- Libros iluminados: los Beatos
50.- A modo de conclusión

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