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24. LAS IGLESIAS PORTICADAS © FRANCISCO JAVIER OCAÑA EIROA |
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El Arte Románico no plasmó siempre las mismas estructuras en todas las iglesias que se construían bajo su estilo. Todo lo contrario. Mantuvo un buen número de particularidades regionales que dieron valor a la arquitectura de la comarca donde se asentaban.
Eso es lo que ocurrió con un tipo de iglesias que lucían un pórtico lateral en el lado sur del edificio, al que se accedía desde el exterior por una puerta que estaba inscrita en el centro de una arquería, con arcos de medio punto que solían variar en número según dimensión e intención.
No era nuevo el modelo en la historia del arte español, por lo que no cabe pensar que los artífices tuvieran que emular construcciones de más allá de los Pirineos. En los artes prerrománicos asturiano y mozárabe existían dos edificios con pórticos laterales en la zona sur. Se trataba de la iglesia asturiana de San Salvador de Valdediós, construida en el año 900 por Alfonso III el Magno, y la iglesia mozárabe de San Miguel de la Escalada, bajo patrocinio del mismo rey, en el año 930.
Debe anotarse el hecho histórico de que es el mismo rey asturiano el que reconquista la población de San Esteban de Gormaz en sus andanzas por la ribera alta del Duero, y que es esa población y sus alrededores una de las zonas de desarrollo de iglesias porticadas, quizás la más antigua, la de San Miguel en el año 1081.
El emplazamiento de estas iglesias no se extiende por toda la geografía del Arte Románico español, sino que se concreta fundamentalmente en una zona que pudiéramos dibujar en forma de triángulo cuyos vértices estarían ocupados por las capitales de las provincias de Soria, Burgos y Segovia. Existen también iglesias porticadas en Guadalajara, La Rioja, Navarra y Ávila, pero la mayor concentración radica en la comarca triangular por nosotros aportada. Como dato anecdótico podemos aportar que la iglesia porticada con mejor dotación de capiteles historiados está en la geografía del Alto Campóo, muy alejada del triángulo señalado.
Precisando mucho más podríamos decir que los focos principales de esas características estarían centralizados en los confines de la Sierra de la Demanda al norte de Silos, la geografía cercana a Burgo de Osma y la capital Soria, la zona en torno a Sepúlveda con Fuentidueña como apéndice norte, el noreste de la ciudad de Segovia, y la propia Segovia capital.
![]() Pórtico de la iglesia de Rebolledo de la Torre, Burgos |
Si de alguna red viaria pudiésemos hablar como hilo conductor, estaríamos refiriéndonos a la carretera que une Soria con Segovia, donde a izquierda y derecha se encuentran casi todas esas iglesias porticadas.
No cabe la posibilidad de considerarlas como la frustración de pequeños claustros, porque la naturaleza de su pequeñez y humilde condición no lo permite, aunque mucha de su escultura sea heredera de los estilemas claustrales de los dos maestros del claustro de Santo Domingo de Silos. Sí se puede constatar en ellas la ubicación de zonas cementeriales. Pero sobre todo como lugar de reunión de los primeros y primitivos concejos formados por hombres libres, vasallos pero no siervos.
Las primeras edificaciones comenzaron en el norte de la cuenca alta del Duero a principios del siglo XI. La iglesia de San Miguel en San Esteban de Gormaz está fechada en 1081, por inscripción en un canecillo de la galería. La iglesia de San Salvador en Sepúlveda, que fue cabecera de influencia de una gran zona al sur y al norte de la villa, fue construida en 1093, según inscripción en un sillar de la cabecera. Al mismo tiempo que avance la reconquista y la repoblación se seguirán instalando pórticos en las iglesias románicas de la zona, ahora ya cercanas a Segovia con cronologías de los siglos XII y XIII, de las que la capital es un claro ejemplo.
No son iglesias grandes porque tampoco las requería la comunidad rural a la que atendían, excepto algunas de la villa de Segovia que por necesidad de recibir en su interior a más población tenían planta basilical. El resto son de una sola nave con ábside semicircular más o menos decorado. Ocurre que el pórtico añadido hace que la impresión de volumen sea mayor, sobre todo porque en algunas rebasa la obra por los pies, y otras mantienen también un pórtico en el lado norte, lo que las hace aparentar más grandes.
Podemos recordar una vez más el carácter funcional y utilitario de estos pórticos que sirvió de antesala de la iglesia, pero también de foro de discusión de las primeras comunidades organizadas de castellanos con iniciativas personales y comienzos de libertad. Bajo sus arcos se discutían los fueros más favorables para los repobladores de la tierra en las que se asentaban, eligiendo la libre adopción de un señor para que defendiera a la comunidad sin que ello significara servidumbre, sólo vasallaje que podían abandonar en cualquier momento.
Fueron las iglesias porticadas el incipiente foro de discusión de la repoblación por Behetría, que se refería a la ocupación de las tierras de un señor de la forma más favorable, pudiendo cambiar si los fueros y ventajas ofrecidas no eran lo suficientemente atractivas para vincularse a él.
Se produjeron en esos locales abiertos las primeras leyes y pactos de conveniencia entre quienes estaban interesados en repoblar las tierras y las ventajas que ofrecían a los repobladores para su asentamiento y mejora. En el oeste se producía la ocupación de tierras por Realengo o Abadengo, lo que indicaba la posesión absoluta, territorial, económica, jurídica y administrativa por parte del rey, nobles y abades. Una forma de dependencia mucho más servil y sujeta.
Todavía en el siglo XV seguían siendo utilizadas las dependencias porticadas para el uso que fueron habilitadas, como indica un documento de la iglesia de Fuentidueña que reproducimos: “Según testimonia el escribano real Juan F. Marquina, los órganos de gobierno representantes de don Pedro de Luna, consistentes en un corregidor, alcalde mayor, un alguacil y dos grupos de regidores, se reunieron con los caballeros, oficiales y hombres buenos de la villa y su tierra en la galería de la iglesia de San Miguel, a campana repicada como lo tenían por uso y costumbre el 19 de febrero de aquel año de 1452”.