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16. EL MONASTERIO: FUNDAMENTO Y DESARROLLO © FRANCISCO JAVIER OCAÑA EIROA |
El Arte Románico tuvo en los monasterios a los mejores aliados del
estilo, y a la vez, un especial desarrollo de vida religiosa.
El monasterio es un proyecto de servicio eclesiástico. San Benito lo
declara como “Domus Dei”, la casa de Dios. Semeja a la diáspora
apostólica en la divulgación de la fe, ya que se realiza por medio de la
evangelización de mundos nuevos, dentro de formulaciones puramente
espirituales. Pero a la vez es un proyecto funcional de infraestructura
y acomodo.
Su construcción como realidad religiosa habrá de atender al espíritu de
los propios y de los ajenos. Deberá cuidar su espíritu material, pero
también la transmisión evangélica, el cuidado de la fe, que es lo que
buscaban encontrar los monjes en los lugares apartados donde querían
fundar un mundo diferente al que abandonaban.
EL monasterio es un mundo cargado de espiritualidad, arte, economía, y
poder. Se convertirá en el dinamizador local
de las atonías geográficas y sociales en el mundo en que se instale, de
redimensionarlas y potenciarlas. Consiguiendo el beneficio económico de
la zona se perpetuará la existencia del monasterio, pues lo invertido
debe dar rendimiento propio para tratar de ser autosuficiente, como
indica la Regla de San Benito.
Llegaron a ser verdaderos centros de poder, con repercusión en las
sociedades civiles donde se asentaban. Modificaban el hábitat de la
comarca. Eran un elemento fundamental en la interacción social del
momento entre la monarquía, los nobles, y el pueblo, con influencia en
las esferas políticas a causa de la realidad de las fundaciones y
donaciones, las maniobras para mantenerlas y mejorarlas, los logros
económicos, la ansiada independencia eclesiástica con respecto a los
obispos y el Papa.
La relación de los cenobios con la nobleza casi siempre fue de buen
entendimiento, porque quien quiere crecer, debe buscar el amparo de
quien puede colaborar en su elevación, algo que fue bien entendido desde
el principio por los poderes eclesiásticos. Sin esa ayuda es difícil
comprender el nivel que alcanzaron.
Los beneficios podían venir a través de la colaboración directa de la
fundaciones o también de exenciones de impuestos, así como de la
protección jurídica y personal. Los monjes ofrecían oraciones por
protección y amparo económico. Los nobles lo concedían a cambio de
oraciones y plegarias por sus almas. Intercambiaban el cielo por la
tierra en un pacto existencial de subsistencia para poder perpetuarse
sin dificultad. Fundan y dotan casas en vida, pero también en mandas
testamentarias que refieren los documentos como “pro anima”, “pro salute
anima”, siendo asilos en la vejez y panteón en la muerte.
Pero gran parte del poder e influencia social directa estaba
fundamentada en la actividad y explotación agropecuaria, dinámica
inherente a la colonización de nuevas tierras, la mejora de los recursos
existentes, roturación tierras incultas y el aprovechamiento recursos
hidráulicos.
El sistema de ocupación de las tierras venía otorgado por las
propiedades de la propia fundación del monasterio. Su explotación en
principio correspondía a la labor de los monjes en su sentido del
trabajo y la oración como método de salvación y de subsistencia de la
comunidad. Con el tiempo, y por la abundancia de los terrenos que se
iban adquiriendo, permutando o comprando, fue necesario servirse de otro
tipo de mano de obra, e incluso arrendar parte de sus tierras de labor.
Había también terrenos en los campos cerrados por la tapia del
monasterio que proporcionaban los alimentos suficientes para la economía
doméstica, completada con establos, molinos, fraguas, talleres y todo
tipo de servicios necesarios para desarrollar la vida económica de la
comunidad.
![]() Santo Domingo de Silos, Burgos. Monasterio y pueblo |