![]() |
13. EL SEGUNDO ARTE ROMÁNICO © FRANCISCO JAVIER OCAÑA EIROA |
|
El Segundo Arte Románico recibe también la designación de Románico Pleno. El primer nombre indica un encadenamiento numérico al anterior, y el segundo ratifica la importancia de un arte que es precisamente en su segundo momento cuando alcanza la plenitud de sus formas, de sus edificios ejemplares.
Ya avanzamos que su cronología se extendía desde el tercer tercio del siglo XI hasta el tercer tercio del siglo XII, ocupando sólo una centuria, si nos atenemos a las cronologías generales, pero haciendo hincapié en la variabilidad según la zona de recepción de esas influencias.
Los primeros pasos del Segundo Arte Románico se dieron en el sur de Francia, en la región de Borgoña. Desde allí se habría de trasladar al resto de Europa con tal rapidez y fuerza que pareciera un vendaval artístico que sacudió el continente entre esos dos siglos.
Los condicionamientos históricos en nuestro país trataron de retrasar su asentamiento y expansión para no perder las artes nacionales existentes, herederas de los monarcas godos, asturianos y monjes mozárabes. Por otra parte, y por estar España enfrascada en la Reconquista, sólo se pudo instalar en la mitad norte de la península, pues cuando se penetra en la mitad sur es ya tiempo del Arte Gótico.
El cambio hacia el Románico Pleno vino precedido del cambio de ideas, que ya había iniciado Sancho III el Mayor de Navarra y que lleva a la práctica su hijo Fernando I en los reinos de Castilla y León, conectando con los hombres que están forjando los nuevos destinos de Europa. Se aumentan estos contactos con su hijo Alfonso VI que se casa varias veces con princesas francesas y desposa a sus hijas con condes borgoñones.
Colabora también la curia a introducir esas innovaciones, aleccionada desde las estancias vaticanas para aceptar los cambios “per manu militari”. Lo que supuso sustituir la liturgia hispánica (visigótico-mozárabe) por el rito gregoriano que estaba unificando Europa en esa única forma, abortando así las posibilidades de desarrollo de las formas litúrgicas nacionales, en nuestro caso de viejas tradiciones peninsulares.
Se afianza definitivamente el Segundo Arte Románico en España bajo el reinado de Alfonso VI (1072-1109) con una presencia especial en el Camino de Santiago. No se debe su entrada al propio Camino, sino al empuje del nuevo arte, por lo que no conviene hablar del Románico del Camino de Santiago sino del Románico en el Camino de Santiago pues hubiera entrado igual, del mismo modo que los palacios barrocos se extendieron por la geografía europea sin un camino premeditado, como sucedió también con los castillos franceses del Loira.
El Camino de Santiago no define el fenómeno de entrada de este arte, aunque sí colabora a ello con la presencia de prelados, caballeros y pobladores francos, que introdujeron sus costumbres y asentaron hábitos culturales centroeuropeos.
Lo importante del fenómeno de penetración es que funcionaba perfectamente el eje Roma-París (Borgoña) en la diseminación de la cultura europea, sustentada por la tradición monástica que asentaba la religión y sus necesidades funcionales allá donde se instalaba. Fueron los monjes eficaces colaboradores de los papas, y los reyes representantes del pietismo popular y nobiliario.
![]() San Martín de Frómista. Palencia. |
El monasterio era la única levadura de civilización y cultura del momento. A sus nuevas necesidades y efectivos crecientes era necesario responder con las pertinentes construcciones que acogiesen dignamente a los hombres y a Dios.
Todo propiciará la llegada de una pléyade de artistas y artesanos foráneos que van a cumplir con los encargos de poblar con iglesias y cenobios la yerma tierra hispánica de la Reconquista. Será el momento de grandes y pequeñas iglesias, colegiatas, catedrales, iglesias abaciales, pequeños templos parroquiales; pero con una fisonomía distinta cada una de ellas, acorde con sus necesidades y sus posibilidades económicas.
Las plantas ofrecerán los mismos prototipos que en el arte anterior pero las cabeceras estarán más articuladas con uno, tres y cinco ábsides de gran decoración, con ventanas de arco de medio punto que llevan molduras, capiteles historiados, fustes monolíticos y basas áticas.
Los muros tendrán una articulación más solemne, con puertas y portadas decoradas de hermosa escultura, a la vez que ventanas del mismo tipo que los ábsides, que harán de su extendida forma una continuidad dinámica con la presencia de numerosas y ricas decoraciones.
El crucero de la iglesia se verá coronado con espléndidas torres y cimborrios que proporcionarán a las iglesias estructuras más esbeltas.
Las fachadas crecerán en importancia con respecto al estilo anterior. Ahora se verán recubiertas por una escultura significativa que añadirá programación teológica a la funcionalidad de su cometido.
El interior mostrará una magnífica monumentalidad de amplias naves, altos pilares y columnas, presbiterios espaciosos. Todo con una decoración majestuosa de capiteles y relieves que ya se había advertido en las portadas exteriores.
En definitiva, poco que ver con el arte románico anterior donde la bisoñez no había dejado crecer a las ideas. Es este Segundo Arte Románico un fruto brillante y maduro de conceptos que se habían gestado con mucha mayor humildad y escasez de medios en el período precedente.