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11. CLASIFICACIÓN DEL ARTE ROMÁNICO © FRANCISCO JAVIER OCAÑA EIROA |
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El Arte Románico cifra su gran importancia patrimonial principalmente sobre la arquitectura de las iglesias construidas.
Cuando nos referimos a este arte medieval tratamos de resumir toda su belleza y esplendor en la arquitectura de sus monumentos, que acogen como cofre de plata la grandiosidad de su escultura y la sutileza de sus pinturas, junto con la riqueza de las artes suntuarias: ropas, orfebrería, vasos sagrados, candelabros, libros y todo tipo de útiles con los que formó el conjunto del mundo románico.
Pero el proceso de innovación y crecimiento no se desarrolló igual en los países que adoptaron sus formas. En Francia tuvo que vencer el impulso carolingio, mientras en España fue necesario que se diluyeran las artes prerrománicas que pugnaban por no dejar crecer al nuevo arte en la península.
La complejidad del Arte Románico resulta de una realidad unitaria en cuanto a contenidos y teorías historiográficas, con manifestaciones diversificadas de formas, mundos y mentalidades que han de producir ligeras diferencias en el estilo.
En torno a la primera mitad del siglo XI se logra un lenguaje plástico ciertamente común en toda la geografía europea cristiana, aunque ya entonces comenzaran a aflorar matices de diversificación en la creación de los modelos que, según recibían los impulsos del estilo, actuaban sobre ellos con la adopción íntegra de lo recibido o con la reinterpretación de los mismos. Según estuvieran más cerca o más lejos de los centros creativos creadores tardarían más o menos en reaccionar ante lo nuevo.
España recibió el Arte Románico a través de los estímulos del exterior, ya fuera desde las zonas catalanas en el Primer Arte Románico, o desde las francesas de la Borgoña en el Segundo Arte Románico, o con origen en la zona de París para acoger el Tercer Arte Románico, porque no era un arte autóctono, sino importado, y por consiguiente había que esperar para poder después producir y reproducir conforme a los modelos que se recibían.
España fue siempre un país periférico con respecto a los centros creadores del Arte Románico, que al final había de arrasar con las culturas y actitudes arqueológicas anteriores con una fuerza inusitada, casi de obligada dictadura, que rompía con el aislamiento ibérico e irrumpía con fuerza renovadora en las artes europeas.
![]() Catedral Vieja. Salamanca. |
Pero ningún estilo artístico en la historia del arte es homogéneo absolutamente ni monolítico en su composición. Siempre hay estímulos que producen posibilidades de variación y modificaciones de las normas aceptadas dentro de un lenguaje común.
Eso es lo que le sucedió al Arte Románico que, pese a una floreciente irrupción en el mundo europeo, no tuvo más remedio que admitir las variedades regionales y las lenguas artísticas dialectales que tan amplia geografía aportaba, porque, comprendiendo los parámetros comunes de belleza e iguales necesidades litúrgicas, las interpretaron de diferente forma. Como había sucedido con las anteriores a la homologación obligatoria, por decreto, del modo romano que destruyó y unificó todas en una sola forma.
El término Arte Románico no tiene el sentido unitario que supone la denominación, que se creó como orientadora en una clara intención pedagógica para no extraviar a los no profesionales y no dificultar su acceso a la materia. Aunque tal aserto no se corresponda con la creatividad cristiana europea desde los siglos X al XIII, y a pesar de mantener el estilo sin profundas variaciones a lo largo de dos siglos y medio.
Las últimas investigaciones señalan y admiten tres etapas con cronologías diferentes para poder clasificar el período al que referimos.
El Primer Arte Románico comienza a finales del siglo X, en torno al año 950 para finalizar en el segundo tercio del siglo XI, en la fecha aproximada de 1075.
El Segundo Arte Románico ó Románico Pleno se inicia en el tercer tercio del siglo XI y llega hasta el tercer tercio del siglo XII.
El Tercer Arte Románico de Inercia, en Descomposición, Tardorrománico, Cisterciense, Primer Gótico, Protogótico, que con todos esos nombres se le reconoce, empieza en el tercer tercio del siglo XII y finalizaría en el primer cuarto del siglo XIII.
Debe dejarse bien claro que estas cronologías clasificatorias son las que se aportan para el Arte Románico español, que si bien se ajustan con dificultad a las europeas van a diferir mucho más con respecto a algunas regiones de la península donde llega con más lentitud, como es el caso de Galicia, y para la que conviene alargar esos períodos aproximadamente unos 50 años más en los casos del Segundo y Tercer Arte Románico.