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9. PROMOTORES Y MECENAS
© FRANCISCO JAVIER OCAÑA EIROA

El Arte Románico fue forjado por hombres de gran talento, sabedores de su verdadera importancia histórica. Comprendían la conciencia positiva de sus conductas. Fueron los impulsores de uno de los grandes momentos culturales de Europa. Los hombres, como en la historia en general, representaron el gran patrimonio del Arte Románico.

El Arte Románico es la gran obra de reyes, nobles, papas, obispos, abades, como promotores de las obras; y de arquitectos, escultores, pintores, albañiles, maestros de obras, artistas y artesanos, pueblo llano, como realizadoras de las mismas.

El promotor o mecenas es el que imagina, el que promueve o financia la obra de arte, dejando a los artistas la realización práctica, en la consideración de que cualquier producción artística hay que soñarla antes de enfrentarse a la complejidad de su materialización. Primero deberá comprenderse la necesidad del edificio. Después habrá que soñar su forma, porque cualquier construcción antes que fáctica es teórica, para después pasar a ser administrativa como proyecto y realidad.

Las causas de la promoción eran diferentes en el caso de los eclesiásticos y de los laicos, pero todas coincidían a la hora de formalizar la obra. Los eclesiásticos formulaban la necesidad de la construcción y los laicos sufragaban los gastos.

El pietismo áulico, necesitado del apoyo eclesiástico, fue uno de los motivos principales a la hora de constituir nuevas iglesias y monasterios. Los reyes asturianos de la reconquista radicaban sus hazañas en la creencia del favorecimiento que la divinidad hacía de su trono.

Lo que en principio fue característica circunstancial en el reino astur-leonés acabó siendo un modelo común histórico en todos los reyes hispánicos que, unas veces necesitaban a los monjes y sus monasterios para asentar y repoblar una zona reconquistada, y otras lo hacían como remedo a la mala conciencia de bienes mal adquiridos, al modo de inversión celestial procurando enterrarse en lugares santos como acercamiento a la gloria de Dios después de los avatares del poder terrestre, que no siempre armonizaban con las oraciones que una vez muertos encargaban a los monjes para la salvación de sus almas.

El texto más comprensible de lo aportado se encuentra en el testamento del piadoso vizconde catalán Vermudo que confiesa: “... ser muy difícil estar exento de culpa quien se haya sublimado por riquezas o por el poder secular ...”. Es por ello que para exonerar su conciencia de culpabilidades acude al abad Oliba que le recomienda rehaga el patrimonio de la iglesia de San Vicente de Cardona desperdigado por sus antepasados, y lo aumente con una comunidad de canónigos y un abad. Así surgió una de las mejores iglesias del Primer Arte Románico, ejemplo de catarsis y de edificación templaria.

Monarquías enteras se dedicaron a estos quehaceres de mezcla de religiosidad, poder real y nobiliario, premura escatológica. ordenación del territorio, que de todos había en la creación de iglesias y monasterios. Si tuviéramos que hacer una relación áulica de los monarcas que participaron más activamente en estas labores, diríamos que fueron paladines de tales efectos constructivos: Alfonso II el Casto, Alfonso III el Magno, Ordoño II, Sancho el Mayor, Fernando I, Alfonso VI, Alfonso VII, Fernando II de León, para acabar esta sucinta nómina de monarcas promotores de las artes en los confines del Arte Románico.

Abadía de San Miguel de Hildesheim, Alemania

Está claro que la parte eclesiástica tenía como función promover la construcción de edificios, ya fuera desde el patrimonio ajeno o desde el propio. Sea como fuere eran necesarios hombres que pudieran llevar a cabo esta labor con conciencia y talento, pues si el dinero era importante, aún lo era más la responsabilidad de quienes debían administrarlo.

La iglesia no siempre ha escogido bien a quienes debieran guiar al rebaño, pero una cosa es el rebaño y otra el redil. Para ello contó en la época del Arte Románico con grandes personalidades dispuestas a promover, dirigir y realizar grandes obras. Como ejemplo de ello podemos citar al abad Oliba que en Cataluña conecta con las novedades que procedían de Borgoña e Italia. Acabará siendo abad de Ripoll, donde promueve una de sus fases constructivas, después lo será de Sta Mª de Cuixá, y también obispo de Vic. Su fuerte personalidad le hará introducir la reforma gregoriana en sus dominios eclesiásticos, viajará con frecuencia a Roma y por Europa. Fruto de su gran actividad serán las obras de Ripoll, Cuixá, Cardona. Vic, participando de la edad de oro de construcciones catalanas del Primer Arte Románico que pobló con gran densidad todo el territorio condal.

El arzobispo Gelmírez representó en el reino occidental de Galicia el mismo impulso, mejor diría yo, que el obispo catalán. Sus posibilidades y facultades emprendedoras le hicieron concebir su arzobispado como un propio reinado, pues hacía y deshacía a su antojo en los avatares de la política civil y eclesiástica en la Compostela de entonces. Llegó a construir casi 60 iglesias, según la Historia Compostelana, a la que no hay que seguir al pie de la letra por ser obra hagiográfica. Pero si es cierto que aborda y consigue la total renovación de la cultura compostelana colocando a Santiago como centro del mundo medieval, consiguiendo la casi finalización de la catedral románica a la que dota de 72 canónigos. Ejemplo de promoción eclesiástica y fe en el momento histórico que le vio vivir, se muestra como un auténtico promotor y mecenas de la obra medieval compostelana.

Es conveniente acabar este artículo de promoción y mecenazgo con el testamento que el obispo Bernward de Hildesheim redacta y que informa de la polivalencia a la hora de crear edificios del Arte Románico: “...He reflexionado durante mucho tiempo con qué construcción meritoria o mediante qué suma de dinero yo podría ganar la gracia de Dios. Empecé a construir una nueva iglesia y así he velado por la santa cristiandad y he cumplido mi promesa de honrar y alabar el nombre de Dios...”.


01.- Causas de su aparición
02.- Modos, estudios y maneras
03.- La unidad medieval
04.- Herencias y realidades
05.- Un mundo en expansión
06.- Circunstancias y variaciones del nombre "Arte Románico"
07.- Atracción y deleite
08.- La España del Arte Románico
09.- Promotores y mecenas
10.- Artista y artesanos
11.- Clasificación del Arte Románico
12.- El Primer Arte Románico
13.- El Segundo Arte Románico
14.- El Tercer Arte Románico
15.- Las escuelas regionales
16.- El monasterio: Fundamento y desarrollo
17.- La arquitectura monacal
18.- La arquitectura
19.- Del buen cálculo de la obra
20.- El muro
21.- Los ábsides
22.- Las bóvedas
23.- El altar
24.- Las iglesias porticadas
25.- El claustro I
26.- El claustro II
27.- La puerta
28.- El tímpano
29.- Las portadas
30.- Los puentes
31.- El Pórtico de la Gloria
32.- La escultura I
33.- La escultura II
34.- Monstruos y animales
35.- Las sirenas
36.- Maiestas Domini y Tetramorfos
37.- El Agnus Dei
38.- La Psicostasis
39.- La Dextera Domini
40.- El crismón
41.- La mujer adúltera
42.- La pintura
43.- Las pinturas del Panteón Real de León
44.- La pintura en los altares
45.- Orfebrería
46.- Esmaltes
47.- Eboraria
48.- Theotokos, la Madre de Díos
49.- Libros iluminados: los Beatos
50.- A modo de conclusión

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