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8. LA ESPAÑA DEL ARTE ROMÁNICO © FRANCISCO JAVIER OCAÑA EIROA |
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El Arte Románico se asienta en una España perfectamente encuadrada dentro de las tres categorías que Adalberón de Laon había establecido para la sociedad a mediados del siglo XI.
En nuestro territorio peninsular había oratores, bellatores y laboratores, según el pretendido esquema trinitario y teológico que debían representar. Ninguna sociedad europea estaba mejor definida que la española por esta división social necesitada de los tres estamentos referidos, porque los tres habían de intervenir directamente en nuestra Reconquista, pero también en la colectividad de la construcción de las iglesias románicas.
El siglo X apenas tiene relación con el Arte Románico. Es el de la expansión de la Reconquista asturiana por la cuenca del Duero con el arte de repoblación como bandera de su quehacer artístico, basado en el pietismo y la promoción áulica. La actividad románica estaría a punto de comenzar en los condados catalanes a finales de ese siglo con la construcción de los primeros edificios del Primer Arte Románico con la realización de muy pocas y concisas obras.
La frontera con los musulmanes era muy flexible en esas fechas del año 1000, sobre todo con la presencia de Almanzor a lo largo de toda ella, arrasando Barcelona en el 985 y Santiago de Compostela en el 997. Su muerte en el año 1002 procurará más estabilidad a los reinos cristianos de la zona y la posibilidad de un mayor avance en la Reconquista.
En esos momentos la cultura española estaba en un proceso de reconversión con un fuerte arraigo de las artes tradicionales: asturianas, visigodas y mozárabes, que precedieron a la instalación del nuevo arte, del Arte Románico.
Esa situación se acabará, con la llegada del siglo XI de la mano del rey castellano Fernando I en sus reinos de Castilla y León. Era el monarca heredero de la tradición ultra pirenaica que su padre, Sancho el Mayor de Navarra, había iniciado que con una certera visión de la nueva realidad, trataba de adherirse a la europeización de la cultura.
Los siglos XI y XII son fundamentales para nuestra historia social y la del románico, porque con ellos finaliza la época oscura con el comienzo del clarear de las estructuras medievales, de la recuperación económica, del aumento demográfico, del renacer de las ciudades y de la vida urbana con la aparición de burgueses y comerciantes, la presencia del trabajo mercantil frente al agrícola, la aparición de los fueros y los derechos individuales y colectivos frente a la servidumbre. Todo en semejantes condiciones a lo que estaba sucediendo en Europa.
La política territorial dio un salto considerable al ocurrir la disgregación de los estados cristianos y musulmanes después de la muerte de Almanzor, con el comienzo de las luchas internas entre los árabes hacia el año 1008 por dominar el Califato y la instauración de los reinos de Taifas, cuya división administrativa, política y militar debilitó su posición en la península dando lugar al comienzo del segundo gran impulso de la Reconquista después de su comienzo en las tierras asturianas.
![]() La España de Alfonso VI tras la toma de Toledo en 1085. |
Rey fundamental del momento es Sancho III el Mayor (1004-1035) de Navarra que hace avanzar grandemente los territorios en la zona oriental de España incorporando a su reino los condados de Aragón, Sobrarbe, Ribagorza y parte de la Rioja, para obtener más tarde por matrimonio el control de la Castilla oriental. Su muerte provoca la dispersión de su reino, pero la prefiguración de los reinos cristianos de entonces, los de Navarra, Aragón, Castilla que ganarían mucho territorio en su expansión hacia el sur.
Su hijo Fernando I (1035-1065) hereda Castilla e incorpora León, y es a la vez el introductor del Arte Románico. Su hermano Ramiro I (1035-1063) iniciará la andadura del reino de Aragón. Su otro hijo García Sánchez III (1035-1054) recibe el reino de Navarra, la Rioja, el oeste de Castilla y el País Vasco.
En la zona catalana el conde Ramón Borrel de Barcelona (992-1018) baja al Ebro y comienza el avance de los condados catalanes hacia el sur, dejando atrás las seguras regiones pirenaicas. Es precisamente en esos territorios donde va a dar comienzo la actividad constructiva del Primer Arte Románico, con el abad Oliba como motor de las grandes obras de Ripoll, Cuixá, Vic, Cardona. Todos edificios insignes que el investigador Puig i Cadafalch refería como “edad de oro catalana”. Esas construcciones primerizas se extendieron ligeramente por el oeste aragonés y algunas por el territorio este de Navarra.
Alfonso VI (1072-1109), hijo de Fernando I, es el gran monarca del Arte Románico porque en su tiempo tendrá lugar la entrada definitiva de este arte europeo en los reinos cristianos. También será el gran monarca territorial del siglo XI y comienzos del XII, ya que su dominio se extenderá por casi media España física y la mayor parte de la cristiana.
La toma de Toledo en 1085 por el monarca castellano marcará un hito, por recuperar la capital hiba del antiguo reino visigodo, y porque la Reconquista se asentará definitivamente más allá del Duero, ahora en la cuenca del Tajo.
Los reinados de sus sucesores habrían de aportar algunas conquista más en ese franja del Tajo pero los avances no serán muy grandes, aunque lo fueron cultural-mente en el mecenazgo de la creación de abadías cistercienses por parte de Alfonso VII (1126-1137), o el favorecimiento de la introducción de artistas extranjeros por parte de Fernando II de León (1137-1188), hijo de Alfonso VII.