Amigos del Románico
Web de referencia en español sobre arte románico
3. LA UNIDAD MEDIEVAL
© FRANCISCO JAVIER OCAÑA EIROA

El Arte Románico a causa de la cronología tan dilatada que hemos propuesto (950-1250) produce una falsa sensación de excesiva continuidad histórica en la comunidad y en el paisaje, de tal modo que los reyes y los sucesos se enmarcan dentro de la “época del románico”, como si abarcara toda la Edad Media con terminología semejante a la de la “época del feudalismo”.

Es preciso comprender que el período de dinamización románico se produce fundamentalmente en las dos primeras centurias del segundo milenio, aunque la Edad Media se extienda todavía más allá en el tiempo, pues al rebasar el año 1250 debemos considerar la época como del Arte Gótico.

Lo que interesa aquí es entender las cronologías en las que se produce la era románica por ser las delimitadoras del arte que nos concierne.

En torno al año 1000 suceden cosas muy importantes en el continente europeo, como por ejemplo la fundación de Cluny en el año 910, el desgaje posterior y formación de la orden cisterciense en el 1098, la invasión de Inglaterra por Guillermo el Conquistador y la batalla de Hastings en 1066, la toma de Jerusalén por los cruzados en 1099. Fechas escuetas para cifrar la cronología de hechos fundamentales del siglo XI, de plenitud románica.

En torno a ese año 1000 se fragua y consolida la unidad intelectual europea que tanto había buscado y afanado a Carlomagno. El Arte Románico será la koinh (lengua única) artística de los pueblos centroeuropeos que, con las lógicas diferencias habrán de tener un sentido unitario en sus actuaciones intelectuales.

Un pasajero que atravesase la Europa medieval habría de encontrar menos diferencias en esa época que las que presentan las modernas naciones del continente. Aún hablando lenguas distintas, todavía existía el referente de la lengua latina como vehículo de información. La religión mantenía unidad de dirección aunque hubiese diferencias entre las escuelas teológicas de entonces. Los regímenes políticos se habían asentado como coronas y enfeudamientos.

Aparición de las tres clases sociales medievales al rey Enrique I de Alemania, hacia 1130

Las aldeas, villas y ciudades mantenían similitud en su realidad campesina y de escasa población urbana. Las iglesias románicas en las que rezaban no diferían mucho de unas regiones a otras. Allá donde se encontrase representaban un mundo común para todos los que en ellas rezaban. La función monástica era casi la misma en todas partes, estableciendo la posibilidad de intercambiar monjes de las distintas nacionalidades sin que ello fuera un gran contratiempo, ni para ellos ni para la comunidad. Debo recordar aquí que el actual patrono de Europa es San Benito, el monje fundador de los benedictinos que poblaron Europa unificando criterios con su Regla, dato aglutinador que la modernidad le ha reconocido.

La gran presencia europea del monacato, ya muy desarrollado en la época carolingia, habrá de tener como base importante la gran abadía borgoñona de Cluny, fundada a principios del siglo X, que en su más grande momento de expansión dominaría más de 2000 casas por todo el orbe continental. Su hermana separada, la Orden del Cister, retomó más tarde la importancia de esa dominación abacial siendo después relevada por otras órdenes.

Fue tal la importancia del monacato en la vida medieval que formó parte de la división tripartita de los estratos sociales que el obispo de Laon Adalberón describe en la primera mitad del sigo XI. Dice: “Ternaria es la Casa del Señor, de la que erróneamente se cree que es una: aquí sobre la tierra unos oran (oratores), los otros luchan (bellatores) y otros más trabajan (laboratores); estos tres son uno y no pueden ser divididos, de forma que sobre la función de uno descansan las obras de los dos restantes y todos conceden su ayuda a todos”.

Se consideró esta afirmación como la regulación del mundo según un clásico esquema trinitario y teológico establecido por Dios que debía superar la ambivalencia del mundo laico y profano. Pero la realidad era bien distinta.

El poder seguía en manos de la monarquía y la iglesia, que eran los bellatores y los oratores. La iglesia acumulaba suficientes tierras y dinero para poder construir edificios y disputar el poder al rey, que era ungido por el obispo o el Papa de turno. A veces esos dos poderes terrenales fueron unidos en la posesión de rentas, otras se separaban por conflictos de malos repartos en lo conseguido.

Es de ese modo como surgen las más insignes personalidades de la Iglesia medieval, que no se comprende muy bien si lo que ejercían era un obispado o un reinado, como son los casos del abad Suger en Francia, del abad Oliba en Cataluña, o del arzobispo Gelmírez en Santiago. Conviene recordar también que, gracias a donaciones y exenciones, es el momento del inicio de lo que podría ser considerado como la formación de las primeras multinacionales europeas, que fueron las órdenes religiosas de benedictinos y cistercienses, para continuar después el modelo con las órdenes que los sustituyeron y superaron en la conquista de almas y bienes.

Así representaban los monjes esa clase social de oratores, que conjugaban con la acumulación de grandes excedentes de tierras, extensiones, bienes inmuebles y dinero, aparte de la importancia de sus intervenciones políticas, determinantes en la historia de la Edad Media y del Arte Románico; porque éste es impensable que surgiera de los paupérrimos laboratores, aunque sí de la confluencia de las tres clases mencionadas.

No era nada nuevo el depósito de numerario de diferente procedencia para la construcción de las iglesias, pues ya en la época de Carlomagno existía acumulación monacal, patrocinio real y nivel cultural que sustentara el nuevo estilo.

Esa fue la base económica y constructiva de las nuevas iglesias, aquellas que el monje Gabler describía como un “manto blanco”.


01.- Causas de su aparición
02.- Modos, estudios y maneras
03.- La unidad medieval
04.- Herencias y realidades
05.- Un mundo en expansión
06.- Circunstancias y variaciones del nombre "Arte Románico"
07.- Atracción y deleite
08.- La España del Arte Románico
09.- Promotores y mecenas
10.- Artista y artesanos
11.- Clasificación del Arte Románico
12.- El Primer Arte Románico
13.- El Segundo Arte Románico
14.- El Tercer Arte Románico
15.- Las escuelas regionales
16.- El monasterio: Fundamento y desarrollo
17.- La arquitectura monacal
18.- La arquitectura
19.- Del buen cálculo de la obra
20.- El muro
21.- Los ábsides
22.- Las bóvedas
23.- El altar
24.- Las iglesias porticadas
25.- El claustro I
26.- El claustro II
27.- La puerta
28.- El tímpano
29.- Las portadas
30.- Los puentes
31.- El Pórtico de la Gloria
32.- La escultura I
33.- La escultura II
34.- Monstruos y animales
35.- Las sirenas
36.- Maiestas Domini y Tetramorfos
37.- El Agnus Dei
38.- La Psicostasis
39.- La Dextera Domini
40.- El crismón
41.- La mujer adúltera
42.- La pintura
43.- Las pinturas del Panteón Real de León
44.- La pintura en los altares
45.- Orfebrería
46.- Esmaltes
47.- Eboraria
48.- Theotokos, la Madre de Díos
49.- Libros iluminados: los Beatos
50.- A modo de conclusión

Web Oficial de AMIGOS DEL ROMÁNICO (AdR) - Diseña GORMATICA