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Las Peregrinaciones © Pablo Becerra Iturgaiz |
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Son fenómenos socio-religiosos que adquirieron gran relevancia en la Europa occidental cristiana durante el siglo XI y sobre todo en el XII. Se trataba de viajes individuales o colectivos de personas desde su lugar de origen hasta determinados santuarios religiosos para rendir culto religiosos a reliquias sagradas y obtener indulgencias por medio de la limosna. Todas ellas, al tratarse de ejes de comunicación que utilizaban frecuentemente antiguas calzadas romanas, desempeñaron, además, funciones comerciales y culturales.
No son actividades ni exclusivamente medievales, habida cuenta que, hay constancia documental de peregrinaciones europeas a Jerusalén desde el siglo IV, ni son solo patrimonio del cristianismo católico, puesto que también figuran en las prácticas de diversas religiones: el judaísmo (Jerusalén), el islamismo (La Meca), el hinduismo (Benarés), la fé bahái (Bagdad), etc…
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Parteluz de la Catedral de Santiago de Compostela, meta de los peregrinos a la tumba del Apostol. |
En Europa Occidental y entre los siglos XI y XII destacaron tres grandes rutas de peregrinación religiosa, además de un sinfín de caminos alternativos que acababan confluyendo en los ejes principales:
Camino medieval, de unos 1.700 kms. de longitud, que unía la ciudad de Canterbury (Condado de Kent), principal centro religioso de la isla de Gran Bretaña, con Roma (Lacio) con la finalidad de que sus participantes visitasen los sepulcros de los apóstoles San Pedro y San Pablo. El calificativo deriva de la voz itálica alusiva al hecho de que era utilizada mayoritariamente por peregrinos de origen franco, a los que popularmente se les llamaba romeros por dirigirse a Roma. Se trata de una ruta documentada por primera vez en el año 990, como consecuencia de la peregrinación que protagonizó el arzobispo de Canterbury Sigerico el Serio para recibir el palio episcopal de la mano del pontífice Juan XV. El mencionado prelado, de retorno a su sede metropolitana, describió el viaje y estableció las 79 etapas oficiales, a través del Lacio, Toscana, Lombardía, Piamonte, Aosta, Suiza y el este y norte de la actual Francia.
Ruta de peregrinación que unía cuatro ciudades del reino de Francia (París, Vézelay, Le Puy-en-Velay y Arlés) con la localidad gallega de Santiago de Compostela, erigida en el lugar donde en el año 813, el pastor Pelayo había localizado accidentalmente el sepulcro del apóstol Santiago el Mayor. La autenticidad del descubrimiento fue certificada por el obispo Teodomiro de Iria Flavia a principios del siglo IX en estrecha colaboración con el rey de Asturias Alfonso II. El acontecimiento tuvo tanta repercusión en la Cristiandad católica que Santiago de Compostela se convirtió oficialmente en sede episcopal en 1095 por decisión del Papa Urbano II ( Bula Veterum sinodalia), heredando todos los bienes, derechos y deberes de la extinta Iria Flavia y posteriormente elevada a sede arzobispal por los oficios del prelado Diego Gelmirez y por decisión del Pontífice Calixto II en 1120 (Bula Omnipotentis dispositione). La primera guía del peregrino jacobeo, incluida en el Libro V del Codex Calixtinus, data del año 1139 y es obra del monje franco Aymeric Picaud.
Los cuatro ejes que atravesaban Francia (Vias Turonensis, Lemovicensis, Podiensis y Tolosana o Provenzal) confluían en una única ruta a partir de la localidad navarra de Puente la Reina (Navarra Media Occidental). Desde aquí y siempre en dirección oeste el eje conducía, a través del tercio norte de la Península Ibérica, hasta el sepulcro del apóstol Santiago. A sus usuarios se les denominaba peregrinos, vocablo derivado del latín que define un viajero extranjero y a la ruta Camino Francés, por ser éste el origen de la mayoría de los participantes.
Durante los siglos XI y XII, la ruta de peregrinación jacobea registro su período de máximo esplendor de su historia, consecuencia del sistemático apoyo que recibió del Papado, interesado en utilizar un instrumento de unificación de toda la Cristiandad católica bajo la dirección de Roma, de la Abadía de Cluny, poseedora desde entonces de un eje de difusión para su federación monástica, en especial durante los abaciados de Odilón y Hugo el Grande y de los monarcas de los reinos que atravesaba, reyes que percibieron que el fenómeno se transformaba en una importante fuente de ingresos derivados del gravamen de impuestos al peregrino. En este último aspecto destacaron por su labor promocional jacobea los reyes Sancho III el Mayor de Pamplona-Nájera (1004-1035) y Alfonso VI de Castilla y León (1072-1109).
Conectaba las ciudades de Roma y Jerusalén y tenía como objetivo principal visitar los Santos Lugares vinculados con la vida privada y pública de Jesucristo, en especial Jerusalén, Belén y Nazaret. Es la más antigua de las tres, puesto que está documentada desde el siglo IV. Adquiere una vitalidad sin precedentes entre los años 1099, momento en que Jerusalé se incorpora a la Cristiandad católica por conquista en el contexto de la 1ª Cruzada y 1187, año en el que el sultán ayubí de Egipto y Siria Salah ad-Din (Saladino) recupera la ciudad para el Islam por rendición. Durante este breve período cronológico, Jerusalén se convierte en capital de un reino cruzado cristiano, sede de una administración de tradición franca. Esta circunstancia se tradujo en un marco de protección más sólido para los peregrinos europeos.
Oficialmente, la ruta de peregrinación comenzaba en Roma, desde donde llegaba a los puertos marítimos de la Apulia, utilizando la antigua calzada romana de la Vía Trajana, también conocida como Vía Francígena del Sur. En los puertos de Bari, Otranto o Brindisi, los peregrinos se embarcaban hasta llegar a las ciudades cruzadas de Haiffa o San Juan de Acre, ciudades portuarias del reino de Jerusalén.
Fue el eje de peregrinación de mayor riesgo y costo para los usuarios por lo que en Europa Occidental no tuvo el peso específico de las otras dos vías. Se les conocía con el nombre de palmeros, por la costumbre de traer hojas de palma en el viaje de retorno como recuerdo de una dura y arriesgada peregrinación.
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Iglesia de Saint-Sernin de Toulouse, ejemplo de iglesia de peregrinación |
Estos fenómenos socio-religiosos medievales dejaron huella indeleble en el arte Románico, ejerciendo una triple incidencia: