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Las Cruzadas. 1ª Parte © Pablo Becerra Iturgaiz |
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Son una serie de expediciones militares, organizadas y dirigidas por el Papado, determinados monarcas europeos occidentales y la nobleza feudal francesa, alemana e inglesa entre los siglos XI y XIII con el objetivo oficial de dominar políticamente los espacios geográficos asociados a la vida de Jesucristo (Tierra Santa), en especial la ciudad de Jerusalem (perteneciente al Islam desde el siglo VII y en poder de los turcos selyúcidas desde el año 1070).
Estas campañas militares, cuya organización respondía a parámetros feudales, perseguían de modo simultáneo una serie de objetivos, entre los cuales, los de carácter económico presentaban mayor relevancia:
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Iglesia del Santo Sepulcro en la ciudad vieja de Jerusalén. (Fuente wikipedia). |
A la activación de estos objetivos, a modo de acicates, contribuyen de forma significativa el crecimiento demográfico registrado en Europa Occidental desde mediados del siglo XI, generando un excedente de campesinos y de nobleza segundona, el belicismo intrínseco a la sociedad feudal, la intensificación de un sentimiento religioso fervoroso y agradecido y a la consolidación del Papado como suprema institución política y religiosa en el occidente europeo.
De las ocho cruzadas reconocidas oficialmente por la historiografía tradicional, en el periodo vigente del arte románico, se llevaron a cabo las tres primeras y principales:
Campaña militar europea inspirada en las tesis defendidas por el Papa Gregorio VII (1073-1085), defensor a ultranza de la unión militar de la Cristiandad para contrarrestar la expansión del Islam en el Próximo Oriente.
Predicada por el Pontífice Urbano II (1088-1099) para corresponder favorablemente a la solicitud de colaboración militar de la Cristiandad Occidental por parte del emperador de Bizancio Alejo I Comneno en su desesperada lucha contra los turcos selyúcidas y tramitada por legados imperiales presentes en el Concilio de Piacenza de marzo de 1095. La convocatoria oficial se realizó en el Concilio de Clermont de noviembre de 1095, en el que, ante representantes de la nobleza y del clero franceses, el Papa Urbano II pronunció un apasionado discurso dirigido a justificar el control cristiano de la ciudad de Jerusalén. En este enfervorizado contexto se gesta la expresión “Deus vult” (Dios lo quiere), epílogo de su intervención y lema de la cruzada.
Organizada y dirigida por nobles predominantemente segundones de origen francés (Godofredo de Bouillon, Hugo de Vermandois, Raimundo IV de Toulouse, etc…), flamenco (Roberto II de Flandes) e italiano (Bohemundo de Tarento).
Fue la cruzada que registró máxima rentabilidad para la Cristiandad Occidental. No sólo la ciudad de Jerusalén fue tomada a sangre y fuego por los ejércitos cruzados en julio del año 1099, sino que también se crearon los estados cruzados para administrar los territorios arrebatados al Islam (Reino de Jerusalén, Condado de Trípoli, Principado de Antioquía, Condado de Edesa y Reino Armenio de Cilicia o de Armenia Menor). Todas estas entidades políticas feudales, consolidado militarmente el territorio conquistado, fueron gobernadas por linajes nobles occidentales y bajo la obediencia religiosa de Roma. No obstante, lejos de proteger a los peregrinos y defender los teóricos intereses de la Cristiandad Occidental, administraron en beneficio propio una base social mayoritariamente musulmana y judía, mantuvieron una relaciones políticas definidas por el constante enfrentamiento entre sí y, dependiendo de la coyuntura circunstancial, ejercieron de aliados oportunistas tanto del Imperio de Bizancio como de los sultanatos turcos circundantes. El noble franco Godofredo de Bouillon, hijo segundón del conde Eustaquio II de Boulogne, fue nombrado “advocatus Sancti Sepulchri” (defensor del Santo Sepulcro), inaugurando un linaje que a partir del año 1100 asume el novedoso título nobiliario de reyes de Jerusalén.
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Godofredo de Bouillon. (Fuente wikipedia) |
Predicada por el Papa Eugenio III (1145-1153) mediante la Bula “Quantum Praedecessores” para dar cumplida respuesta a la pérdida de la ciudad cruzada de Edesa en diciembre de 1144, recuperada para el Islam de la mano de Imad ad-Din Zenki, gobernador turco selyúcida de Mosul y Alepo. Estrecho colaborador del Pontífice en esta empresa fue el abad Bernardo de Clairveaux (Claraval), su maestro espiritual y carismático ideólogo del movimiento monástico cisterciense. Paradigmático fue el enfervorizado sermón pronunciado en la iglesia abacial de Sainte-Madelaine de Vézelay (Borgoña) en marzo de 1146, coincidiendo con la Semana Santa, ante una gran multitud de personas y en presencia del rey de Francia Luís VII y la reina Leonor de Aquitania para estimular el espíritu de cruzada.
La campaña militar, dirigida, de modo separado, por el rey de Francia Luis VII el Joven (1137-1180) y por Conrado III Hohestaufen, Rey de Romanos (1138-1152), se vió debilitada por el emperador bizantino Manuel I Comneno (1143-1180). Después de las derrotas de ambos ejércitos cruzados en Dorileo y Laodicea frente a los turcos selyúcidas y tras un malogrado intento de tomar Damasco y Ascalón, la 2ª Cruzada devino en un rotundo fracaso para la Cristiandad occidental, víctima de la rivalidad franco-germánica.
Convocada por el Papa Gregorio VIII (1187) mediante la Bula “Audita Tremendi” para contrarrestar el devastador efecto que tuvo en la Cristiandad occidental la derrota militar cruzada en el desfiladero conocido como los Cuernos de Hattin (julio de 1187) y la subsiguiente rendición de las ciudades de Jerusalén y Acre (octubre de 1187) ante el kurdo Salah ad-Din (Saladino) (1174-1193), sultán ayyubí de Egipto y Siria.
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Mapa político de Oriente Medio en el año 1140. (Fuente wikipedia) |
A pesar de que en un principio la Cruzada fue encabezada por significados monarcas feudales de Europa Occidental (Federico I Barbarroja, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Ricardo I Corazón de León, rey de Inglaterra y Felipe II Augusto, rey de Francia), y de que se conquistaron nuevos territorios (Chipre) o se recuperaron algunas plazas pérdidas en las décadas anteriores (Acre) la campaña militar se resolvió en un nuevo fracaso por la superior capacidad de respuesta militar del sultán Salah ad-Din y por imponderables circunstanciales. (Federico I Barbarroja (1155-1190) se ahogó en el río Salef (actual Göksu) en 1190 y Felipe II de Francia (1180-1223) se retiró en 1191 para atender asuntos relacionados con la sucesión del Condado de Flandes, la deslealtad del emperador bizantino Isaac II Ángelo, etc.). El rey Ricardo I (1189-1199), convencido de la imposibilidad de recuperar Jerusalén en solitario, firmó con el sultán Salah ad-Din el Tratado de Ramla de junio de 1192, en virtud del cual, Ricardo aceptaba el control islámico de la ciudad con el compromiso del sultán de permitir la libre entrada de peregrinos cristianos desarmados, además de reconocer el dominio cristiano en la franja litoral mediterránea comprendida entre las ciudades de Tiro y Jaffa.